Me llamo Accesibilidad. Capítulo 2. “El niño sin parque”

Había una vez dos hermanos uno de ocho años y otro de seis, que siempre estaban jugando juntos y compartiendo sus cosas de niños, como cualquier familia en la que los hijos se lleven tan poco tiempo entre ellos.

Un día, el hermano mayor, que se llamaba Carlos vio un reportaje en la televisión, sobre un parque que estaba en Ciudad Real. Se quedó con la boca abierta cuando lo vio. Entonces pensó: aquí en San Fernando debe haber uno igual, cosa que le preguntó a su madre. En realidad, el tampoco lo sabía, porque hacía ya mucho tiempo que no visitaba ese tipo de lugares.

columpio adaptado

Carlos, que era un niño muy inteligente, dedujo que ese parque debía ser el parque principal de San Fernando. Si todos los niños iban allí, eso se debía a que era el parque más importante de su ciudad.

Entonces Carlos dijo su mamá: – ¿Por qué no me llevas al parque el domingo con mi hermano Pedro?. En un principio a la madre le sorprendió que Carlos quisiese ir al parque, ya que siempre se aburre allí, como si no se sintiese cómodo, pero no le pregunto la razón de  este cambio tan repentino.

El domingo por la mañana Carlos, que solía ser el más dormilón de todos, despertó al resto de la familia.

– Mamá,  venga, ayúdame a vestirme. Tengo ganas de ir ya, no quiero ser el último, porque hoy habrá muchos niños que quieran ir. Seguro que Pedro va a alucinar, cuando vea lo como yo lo vi en la tele. La madre se dio prisa, aunque no dio importancia a las palabras de Carlos. Simplemente se arregló lo más deprisa que pudo contenta, por ver a su vez a Carlos tan alegre, aunque no terminase de entender la razón de ese  entusiasmo.

Minutos más tarde, mientras la mamá iba con Carlos de la mano, el padre acompañaba a Pedro, muy atentos ambos de que los niños no se separasen por si pudiera ocurrirles algo.

Cuando llegaron al parque Carlos preguntó:

– ¿Dónde está parque de los niños con discapacidad? – En realidad, estaba pensando en el reportaje que vio en la tele.

Su madre lo miró atónita, mientras Carlos seguía diciendo:

– ¿Dónde está el columpio adaptado para sillas de ruedas? ¿y el balancín adaptado? ¿No encuentro la rueda giratoria adaptada?.

La madre le explicó que no habían instalado aún ese tipo de atracciones. Como pudo, intentó hacerle comprender que quizá algún día inauguraran algo parecido en su ciudad

Para Carlos fue uno de los días más tristes de su infancia. No entendía por qué en su ciudad no podría haber ese tipo de juegos y en Ciudad Real, sí. Le parecía injusto

Esta historia refleja lo que sienten a diario miles de niños con discapacidad de todas partes de mundo. Hoy en día se prefiere invertir cientos de miles de euros, millones en grandes parques temáticos, esperando que los ingresos multipliquen con creces las cifras invertidas, Sin embargo, un parque adaptado, un lugar de juego para todos los niños y niñas, con y sin discapacidad no parece prioritario, lo que viene a acentuar la segregación del colectivo desde la primera infancia.  Una triste realidad.

Autora: Juani Benítez

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